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Mostrando entradas de octubre, 2008

El profeta y el músico

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Dándole vueltas a las aficiones gastronómicas de esa especie de Diógenes bíblico que era Juan Bautista, di con una curiosa anécdota relacionada con uno de los músicos más innovadores del siglo XX: Louis Amstrong. Según se cuenta en ella, gustaba de explicar que su voz era tan grave y cavernosa porque siendo niño su madre le daba para comer sopa a base de cucarachas. - No había otra cosa, y a todos nos parecía entonces deliciosa -, añadía a la vez que iluminaba su rostro con una amplia sonrisa. Atrapada mi atención por la anécdota, pasé a pensar en los comienzos del gran Louis, en su maestro “King” Oliver, en la virtuosa y pizpireta Lil Hardin, en Johnny Dodds y Honore Dutrey, y en otros muchos que como ellos supieron sacar de lo más oscuro y miserable del mundo moderno, algo tan hermoso y lleno de vida como es el Jazz. Es posible que la respuesta esté dentro de su propia música, escondida tras la danza de aquellas notas que parecen invitarnos a huir de la realidad. (Dado que

Los peces muertos

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Todavía no alcanzaba con su nariz al borde de la mesa, y ya corría por el pueblo como si fuera el señor de él: las tapias eran para saltarlas, las fuentes para hacer sifón con ellas y empapar a las pobres vacas que atravesaban el pueblo, y los gallineros para robar huevos y correr delante del gallo antes de que diera con el pico en la cabeza. En la taberna estaba proscrito, y no sólo por ser un niño y además agote, lo estaba también por entrar en ella como el rayo y beberse todos los culos de vaso que alcanzaba en su relampagueante paso. Al verle entrar, todos los parroquianos agarraban con fuerza sus bolsas de tabaco, sabedores de que no sería la primera vez que volaban, y casi sin interrupción lanzaban un bastonazo al aire en un vano intento de dar su merecido a aquel pequeño diablo al que todos decían Mediociego . Pocas eran las ocasiones en que le alcanzaban, pero cuando lo hacían se desquitaban con holgura de las burlas y risotadas que les dedicaba aquél bribón. A base de palo, no