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Mostrando entradas de 2018

Reyerta entre actores a la puerta del Teatro de la Comedia

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Mientras se representaba “La Confitera”, zarzuela en un acto de Pina y Barbieri, en el madrileño Teatro de la Comedia aquél domingo 18 de febrero de 1877, dos de los actores abandonaron el escenario para salir a la vecina calle de la Gorguera y ajustar cuentas por un asunto que aún hoy es todo un misterio. El resultado: un baño de sangre surtido de mordiscos, cuchilladas y punta de pistola. Revisando el otro día el número de la Correspondencia de España de 19 de febrero de 1877, me encontré con la crónica de un suceso que sin ser nada raro en cuanto a su violencia, si me resultó llamativo por las personas que se vieron implicadas en él. Directamente fueron dos actores: un José Lara, del que no he alcanzado a averiguar nada, y Enrique Sánchez León, entonces un joven actor y escritor de origen malagueño , que con el tiempo alcanzaría reconocidísima fama en los escenarios. Indirectamente, asoma Balbina Valverde, una de las figuras más importantes del panorama interpretativo esp

Os escribo para distraerme del miedo

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LA DILIGENCIA.  Cosas de España: illustrative of Spain and the Spaniards as they are,  de Wm. Pitt Byrne (1866). Visitando el día pasado una librería de viejo de Bilbao, me encontré con la primera edición en castellano de “Dos años en España y Portugal durante la Guerra Civil, 1838-1840” del barón Charles Dembowsky, en el que se recopilan las cartas que envió el autor a distintos familiares y amigos –entre ellos, Stendhal-, durante su estancia en el país. Esta primera edición en castellano es de Espasa Calpe en 1931, tardía teniendo en cuenta que la original en francés es de 1841, y se ve algo descuidada, llena de erratas y creo que no demasiado bien traducida en algunos tramos. Pero bueno, me la llevé conmigo: el precio era más que asequible y disfruto mucho con los relatos de viajeros en la España del siglo XIX. Como no tenía claro en qué lugar colocarlo en la cola de mis lecturas, tarea delicada donde las haya, pensé en entretenerme ojeándolo mientras regresaba a casa en

Desconocida pero no olvidada

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El 24 de diciembre de 1933, el maquinista del ferrocarril que se dirigía a Nueva York, observó cómo una joven que esperaba junto a una maleta en las proximidades de la estación de Willoughby (Ohio), corrió hacia las vías justo en el momento en el que iba a pasar junto a ella, recibiendo un golpe que la despidió a varios metros de distancia dejándola muerta por el impacto. Las autoridades de Willoughby se esforzaron por identificar el cadáver. Nadie sabía quién era la misteriosa muchacha y lo único que se encontró en sus bolsillos fueron 90 centavos y un billete de tren hacia Corry, Pennsylvania. Su cuerpo fue llevado a la antigua funeraria de Jim McMahon, donde se exhibió durante dos semanas. Más de 3.000 vecinos visitaron a la chica de azul para presentar sus respetos y ver si podían reconocerla, cosa que resultó imposible. Al final, las autoridades del lugar decidieron darle sepultura en el cementerio local colocando en su tumba una lápida que decía: Girl in Blue Killed b

Lo que queda de aquello

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Los últimos tramos de la vía Appia Antica recorren su camino hacia Roma en línea recta. A ambos lados, como si de la materialización del tiempo se tratara, encontramos lo mismo restos de enterramientos de tiempos romanos, como silenciosos templos cargados de tradición o viejas pizzerías hundidas en la espesura que ha crecido con el abandono, y cuyos carteles anunciadores, a medio colgar del arco metálico, parecen querer seguir dando la bienvenida, como lo hacían en tiempos pasados, a unos clientes que ya no llegarán. De la via Apia tenía el recuerdo de mis primeras lecturas, en las que me la presentaban como un lugar de paso de hombres y mujeres calzados con unas complicada sandalias, mezclado con el posterior de aquella película de Passolini –creo que era Mama Roma-, en la que estaba poblada de putas que aguardaban entre las sombras de la noche la llegada de algún cliente. Hay un algo entre todas estas reliquias que hacen que parezcan más parte del almacén de atrezzo de unos e

Consuélate corazón que el mundo rueda

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Curioseando en los hallazgo de Charles Faulhaber sobre un ejemplar de la edición veneciana de 1556 de la  Tragicomedia  ( P.o.hisp. 196 k  [BETA copid 8741]) , existente en la BayerischeStaatsbibliothek de Múnich , en el que hay una serie de notas manuscritas en las guardas, encuentro una versión de un viejo   refrán “Alla uieja barbuda de lexos me saluda” que continúa con algo que pudiera parecer una introducción a lo que viene después y dice: “Los enamorados en Espana suelen pintar motes por recreaçion de sus passiones . Como” Para luego pasar a unos versos, epigramas o quizá parte de alguna canción, que están escritos primero en modo jeroglífico con su transcripción después. Dado me as dado Coraçon Cuydado Asperas piernas Eluira as Consuela te Coraçon que el Mundo Rueda Dados, ases, suelas, piernas, corazones y orbes fueron trazados por alguien en algún momento sobre ese ejemplar de la Celestina, y al encontrarlo sentía una profunda curiosidad… Pero más po

Imaginad el año 2000

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¡Si yo supiera cómo va a ser la literatura del año 2000, ya la estaría haciendo! –respondió Ramón del Valle-Inclán a la pregunta de un periodista del Ahora, cuando este le entrevistaba para un especial en el que se pedía a importantes figuras de la cultura, política, ciencia y espectáculo sobre cómo veían que sería el año 2000. Esta y otras opiniones aparecieron efectivamente en un extenso dosier del Ahora del 21 de febrero de 1932, en el que se traza un perfil de lo que sería el mundo, y más concretamente España, a los inicios de lo que es ahora nuestro siglo. Los temas que se tratan son de lo más variados, ajustados siempre a la especialidad de cada uno de los entrevistados, y curiosamente en muchas ocasiones se acercan más a la realidad de lo que ellos mismos hubieran podido suponer. En otras no, y su vaticinio se convierte en un entretenido ejercicio de ciencia ficción que merece ser degustado. Dejo a continuación los titulares que anuncian cada uno de los artículos

Desde el infierno

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Sobre lo que decía de Jack el Destripador la prensa española del año de los hechos (1888) es más de lo que uno pudiera imaginar en un primer momento. De hecho se da puntual y detallada noticia desde casi el principio de cada uno de aquellos crímenes, de los que “ya tienen conocimiento nuestros lectores”, en “La correspondencia de España”, “La Iberia”, “La Ilustración Española y Americana” (donde llegan a llamar Santiago el Destripador, al viejo Jack), “La Época”, “La república”, “El correo militar”, etc… El interés por esto me ha venido a cuenta a una relectura que he hecho de “Desde el infierno” de Alan Moore (y Eddie Campbell) que ha despertado en mi el ánimo suficiente para dedicar una parte de la mañana de este domingo a curiosear por la prensa española de aquél entonces. Y como premio, he dado con una más que curiosa reseña que, además de exponer las teorías de sobra conocida por quienes han pasado en algún momento por la cuestión, dejan otras informaciones que si bien no

Lo que dejó de ser

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Cuando Charles Eastman, doctor de etnia sioux, llegó junto con sus compañeros al escenario de la masacre de Wounded Knee, apenas logró rescatar de la muerte a un puñado de personas que yacían agonizando en medio de los restos de aquella matanza. Cuando marchaban, escucharon el llanto de un bebé que se agitaba en los brazos del cadáver de su madre. La tomaron con ellos, y antes de dejarlo en manos de los médicos del ejército, le pusieron el nombre de Zintkala Nuni, “Pájarillo perdido”. Por entonces, Buffalo Bill regresaba de Europa, donde su circo había tenido gran éxito, en dirección al lugar donde ocurrió la masacre. Se cuenta que había sido llamado por el gobierno de los Estados Unidos para interceder y calmar a los lacotas, en especial a uno de los líderes de aquellos y su excompañero de espectáculos circenses: Sitting Bull, uno de los héroes de Little Big Horn. No sabemos si tuvo tiempo para parlamentar con él antes de que muriera con los suyos o no, sólo que Bill fue fot

La Boule d'Or

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En 1810 un rayo cayó sobre la torre de la iglesia de Saint-Michel-des-Lions, una de las más importantes de Limoges, provocando graves daños en el edificio y el estupor entre la población. ¿Era aquello algún tipo de advertencia de origen sobrenatural, dirigida al modo de vida no demasiado piadoso que llevaba la burguesía provinciana de la capital de Lemosín? Quién sabe, pero por si acaso, por si se trataba únicamente de un suceso natural, pensaron que una vez finalizada la reparación de la torre colocarían en su punto más elevado un pararrayos. Hasta aquí todo fue más o menos normal. Pero entonces entró en juego un tal M. Bristroff, capitán de ingenieros del ejército francés que propuso que, en lugar de un pararrayos, se colocara en la aguja de la iglesia una esfera de metal de 600 kg. y casi 2 m. de diámetro. Esto, además de evitar el ataque de los rayos, vendría muy bien para "facilitar las operaciones de triangulación y mediciones geodésicas” .  Es de suponer que

El arpa del sello

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Desde luego que no se trata de algo que resulte especialmente excepcional, pero la reseña que me he encontrado esta mañana en una publicación francesa de historia sobre un sello de Guilhem VIII, señor de Montpellier, me ha parecido absolutamente evocadora. Parece ser que ese sello en cuestión es el único que se conserva del tal señor y se halla en un documento de venta de unas tierras por parte de una noble fechado en 1192. El sello, que es lo que atrajo mi atención, nos muestra aquello que el señor de Montpellier quería que fuera la imagen de su persona y, por extensión, de su mandato: por un lado, un guerrero perfectamente pertrechado, espada desenvainada y en posición de combate, en forma muy parecida a la que tiempo después veríamos representarse a los condotiero. Pero lo llamativo es que en el reverso de esta, vemos algo absolutamente opuesto: el mismo hombre, pero esta vez vestido más modestamente, sentado y con un arpa en entre las manos, por el rostro parece estar sonrien

The full effects of sinne

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“Ana, la hija de Iohn Ebstein, les confesó que venía de Colmar, donde había estado muchos días esperando a la puerta de la casa del verdugo con la esperanza de obtener un pedazo de carne de caballo para satisfacer su hambre. Pero no lo consiguió, y ahora venía a Rufack para rogarles que, si existía el cuerpo de cualquier hombre o mujer joven sin enterrar, que le dieran la oportunidad de preservar su vida. También sabe de que dos mujeres y un niño hicieron lo mismo: les contaron que habían vivido durante mucho tiempo de la carne de los hombres muertos que, es público, se guardaban en el claustro de la iglesia de San Nicolás. Por último, cuatro jóvenes mujeres habían cortado en pedazos el cadáver de otra joven doncella de once años de edad, y se comieron cada una de ellas su parte.” Así relataba Philip Vincent en sus “ The lamentations of Germany ” (1638) (Lamentos de Alemania), lo que estaba ocurriendo en el corazón de Europa a causa de la guerra de los 30